por Aníbal Fernández
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Mariposas Inolvidables
"Si me matan...
Yo sacaré mis brazos de la tumba
y seré más fuerte"
Minerva Mirabal
El 25 de noviembre de 1960, Minerva, María Teresa y Patria Mirabal, eran violadas, torturadas y asesinadas al borde de un barranco del camino del Tamboril, en la República Dominicana.
Sus dos mayores pecados habían sido militar activamente contra la Dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y, en el caso de Minerva, rechazar los avances amorosos del tirano que, en ocasión de un baile en el Palacio de la Gobernación, quedó prendado de la belleza deslumbrante de la joven activista.
“Mariposa” era el nom de guerre de Minerva. “Mariposas Inolvidables” llamaría el ejército antitrujillista a las hermanas luego de su asesinato.
La noticia de la brutal muerte de “las mariposas” estremeció a la nación dominicana y al mundo. El crimen de las hermanas Mirabal fue uno de los sucesos que más empujaron la caída de la tiranía.
Pero también fue una llamada de atención sobre la violencia de género. Estas mujeres fueron ultimadas cobardemente, pero además, ultrajadas, vejadas y, en esta violación, bien puede leerse el mensaje de una “supremacía machista” que, antes que nada, no aceptaba un NO rotundo a sus requerimientos y a sus intentos de seducción.
Entonces: ¿Las Mirabal mueren por ser activistas o por ser mujeres?
¿El ensañamiento con ellas es por su militancia contra la tiranía o por la decisión de Minerva de negarse a las demandas amorosas de Trujillo?
Ambas cosas, probablemente.
Como fuere, las “Mariposas” se convirtieron en un símbolo de la resistencia popular y feminista en toda América y, por eso, el día de su muerte fue consagrado por las Naciones Unidas como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Mucha agua ha de haber corrido debajo del puente de la Historia en los 50 años que pasaron desde el asesinato de las Hermanas Mirabal y hoy. Mucha tinta se debe haber gastado en proclamas y ensayos y muchas horas seguramente se usaron para analizar cuestiones psicológicas y sociológicas de ciertas conductas violentas… Pero también es mucha la sangre de mujeres que continúa derramándose por la violencia de género.
Las estadísticas más recientes son escalofriantes:
El Consejo de Europa, en el 2002, adoptó una recomendación en la que declaraba “emergencia de salud pública” a la violencia contra la mujer y la definía como la causa más importante “de muerte y discapacidad” entre mujeres entre 16 y 44 años.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades realizó un informe en el año 2003 donde consideraba que sólo en los Estados Unidos de América “el costo de la violencia que sufren las mujeres a manos de sus parejas supera los 5.800 millones de dólares al año: 4.100 millones son para servicios de atención médica y sanitaria directa, mientras que la productividad pierde cerca de 1.800 millones de dólares”.
Un reciente documento del Banco Mundial establece que “la violencia contra la mujer era una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad de procrear tan seria como el cáncer y una causa de mala salud más frecuente que los accidentes de tráfico y la malaria juntos”.
Nuestro país es una de las pocas naciones que tiene legislación al respecto. Acaba de ser reglamentada la Ley 26.485 (de Protección Integral para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrolle sus relaciones interpersonales) cuya aplicación será de gran importancia ya que establece el acceso gratuito a la Justicia, define los derechos protegidos, a qué tipo de violencia refiere y qué modalidades son las ejercidas muchas veces sobre la mujer.
Un gran paso que, sin lugar a dudas requiere de muchos más ya que, si bien la cantidad de muertes de mujeres por violencia doméstica ha descendido en la Argentina, y el número de denuncias por maltrato se ha incrementado en un 16 %, todavía hay muchas mujeres víctima del maltrato de sus padres, sus novios y maridos y, sobre todo de sus “ex”.
Por eso quiero sencillamente adherir a este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con un llamado sin género, dirigido a Hombres y Mujeres para que juntos, todos, luchemos contra esta verdadera endemia.
Ni una mujer golpeada más.
Ni una mujer violentada más.
Ni una mujer sometida más.
Ni una mujer asesinada más.
Y, sobre todo, basta de ocultar y silenciar las situaciones de violencia de género.
Mirar para otro lado nos transforma en cómplices del violento.
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